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Cosmotecnias, hacia una nueva terraformación planetaria
Gabriela Munguía
Argentina
2025.06.10
Tiempo de lectura: 31 minutos

La línea del tiempo de la historia de la humanidad se ha dibujado a través de nuestra curiosidad por observar el cosmos. Esta búsqueda por acercarnos al “orden" o “mundo" nos ha motivado a encontrar relaciones entre las estrellas, las galaxias, la materia, la energía y las leyes físicas que gobiernan todas estas entidades y sus diversas particularidades, desplegando imaginarios y cosmologías que nos aferran a otros sentidos y universos que se encuentran al borde y fuera de las fronteras terrestres.  

A medida que el universo se fue desplegando, emprendimos un viaje para descubrir una multitud de mundos evocadores, buscando respuestas sobre nuestro origen, la existencia de la vida y, sin lugar a dudas, nuestro lugar en el cosmos. En esta infinidad de gestos y relatos cósmicos, la era humana aparece como un breve destello en la historia del universo volviéndose urgente pensar sobre el futuro y la vida de nuestro planeta.  

Cosmotecnias ancestrales más que humanas

A lo largo de los tiempos hemos desarrollado distintas formas e instrumentos de observación. Las tecnologías y saberes ancestrales nos ofrecen un profundo conocimiento de las interacciones entre la humanidad y el cosmos, permitiendo no sólo prever eventos celestiales, sino también integrarlos en nuestra vida cotidiana y espiritual reflejando nuestros vínculos con el universo. Por ejemplo, el quipu (khipu), usado por las civilizaciones andinas, fue un​ instrumento y sistema de almacenamiento de información textil compuesto por cuerdas de lana o algodón de diversos colores que se iba anudando, funcionando como sistemas de registro de mapas estelares. [1]

El cúmulo de estrellas de las Pléyades (M45) fue conocido por lxs incas como Qollqa, que significa “depósito de alimentos” en quechua. El tiempo en que las Pléyades eran visibles en los cielos se relacionaba íntimamente con el ciclo agrícola anual, así como también anunciaba “el tiempo de peregrinación, ritual y baile por los caminos sagrados hacia y desde las altas montañas”. [2] Estos astros marcaban la preparación de la fiesta del Inti Raymi, para agradecer a la deidad solar suprema Inti por la buena cosecha.

Por otro lado, Yásnaya Elena Aguilar Gil, lingüista, escritora mexicana y activista de derechos lingüísticos, escribe que en la lengua mixe, del pueblo Mixe al que pertenece en la región de Oaxaca, no existe un término específico para “tecnología”. A toda especie de “fierro” o “cosas de minería” se le refiere como “pujxn” (pu’jxn) y puede incluir desde un celular obsoleto hasta un auto, engloba todo ese mundo sin importar su nivel de innovación o sofisticación. Esta forma menos específica de entender lo tecnológico nos permite reconocer también otras formas en las que interactúan las tecnologías con cosmovisiones específicas de cada cultura y sus comunidades.

Sin lugar a dudas, estas otras tecnologías y saberes enraizados en diferentes cosmovisiones del mundo nos enseñan a ver la tecnología no sólo como una herramienta, sino también como una extensión de nuestra relación con la naturaleza. La noción de cosmotécnica del autor y filósofo Yuk Hui nos ofrece una exploración crítica sobre la interrelación entre la tecnología y el cosmos. En su libro Cosmotechnics as Cosmopolitics: On the Making of the Planetary (2019), Hui examina cómo la  tecnología ha transformado nuestra relación con el mundo natural y el universo en sí mismo.

La cosmotécnica es un concepto que combina las palabras cosmos y técnica para referirse a la interrelación entre la tecnología y el cosmos, es decir, la influencia y el impacto de la tecnología en nuestra comprensión y relación con el universo y el mundo ambiente. El autor parte de la premisa de que la tecnología no sólo es un conjunto de herramientas y artefactos, sino que también es la configuración de nuestra comprensión del mundo y nuestra relación con él. Para ello, propone una perspectiva que va más allá de la mera instrumentalización de la tecnología, centrándose en su influencia a la hora de construir no sólo conocimiento sobre el mundo, sino nuestras definiciones, imaginarios y relaciones con él.

Es importante reconocer cómo y de qué manera nuestras tecnologías actuales están transformando nuestra comprensión del tiempo, el espacio, la naturaleza y la realidad en sí misma. En tanto esto, la cosmotécnica es la interacción arraigada entre las tecnologías específicas y los cosmogramas (cosmologías). Así pues, las tecnologías no son entidades independientes o neutrales, sino que se encuentran profundamente arraigadas en los sentipensares específicos de las culturas y sociedades que las producen. Cada cosmotécnica es una integración de lo técnico y lo cosmogónico, lo que propone y desafía la noción occidental de la tecnología como algo universal.

Pensar nuestra historia técnica, desde una lanza lítica hasta un smartphone, significa abrir una narrativa sobre lxs cuerpxs y materias en performatividad. Es pensar en la historia de los suelos, los cielos y los ríos. En los recursos hídricos, atmosféricos, geológicos, energéticos, humanos y más que humanos que las generan. Una apertura a la agencialidad de la materia técnica y su actancia dentro de nuestras sociedades. 

Un laboratorio geocósmico cultural

Si bien la exploración espacial despierta nuestra imaginación radical, nos enfrentamos aún a la herencia de un relato que extiende la tecnología nuevamente como una herramienta de conquista y dominio. En este sentido, tomando las ideas de Benjamin Bratton, es un momento en el que se vuelve urgente mirar hacia el cosmos no como una extensión de la colonización de otros planetas, sino más bien para devolver la mirada y nuestras tecnologías hacia una nueva "terraformación de la Tierra", volverla habitable nuevamente para la vida. La crisis climática actual sentó sus bases en nuestras formas culturales y, por tanto, estamos también frente a una crisis de nuestra imaginación.  

La Tierra está bajo amenaza por constantes violencias tanto sistémicas, como epistémicas, donde el Tecnoceno [3] se instaura de frente a una crisis ecosocial global. Es en este epicentro, en tensión con nuestra creatividad e imaginación cosmológica, que surge el proyecto personal de la Estación de Frecuencias Transplanetarias (EFT): un laboratorio geocósmico cultural nutrido por la imaginación radical, el pensamiento especulativo, los saberes y sentires ecológicos y ancestrales, donde la experimentación con diversas cosmotecnias nos invita a reflexionar sobre nuestra comunalidad y espiritualidad planetaria en estos tiempos de una Tierra en conflicto. ¿Es posible que desde nuestras relaciones con los astros podamos reafirmar nuestra espiritualidad y unidad planetaria? ¿Qué significa ser terrano en una era de un mundo herido?

Desde 2023, la EFT ha llevado a cabo una serie de inmersiones comunitarias y colectivas en Chile, Argentina, Colombia y Perú, tomando formas de diálogos indisciplinados, colaboraciones con otrxs artistas, experimentación sonora, performances sonoras participativas, inmersiones bioterritoriales, ejercicios de escucha profunda y lectura colectiva, activaciones radiales, y la construcción y experimentación de tecnologías abiertas para la comunicación interestelar. Reconocernos parte del relato cósmico es también parte de nuestra comunalidad cósmica y planetaria.

Primera transmisión: todxs somos líquenes

En el marco del programa de residencias artísticas Radicante, organizado por el espacio cultural austral LiquenLab en Punta Arenas, Chile, lxs residentes acompañadxs por miembros del equipo y la tripulación de la embarcación “El Huracán” realizamos una navegación de cinco días por el Estrecho de Magallanes. Durante esta navegación llevamos a cabo una serie de ejercicios experimentales, futurológicos, especulativos y artísticos-poéticos que atendían a los mecanismos de asociación de lo no humanx con sus respectivos entornos, tomando como referencia los cuerpos milenarios de hielo de los glaciares del Parque Natural Alberto de Agostini y el paisaje inhóspito austral.

Lo que prevaleció no fue la concreción de una obra de arte, sino la práctica de formas transdisciplinarias y colaborativas de producción pensando la tecnología como una membrana sensible para carazonarnos-tierra:

[…] una confabulación ante la urgencia de pensar en tonalidad telúrica y no en tonalidad metafísica; conspiración radical ante una forma institucional, global y mercantil de pensar lo ambiental como recurso; conjuro poético-político, ante la reducción de la naturaleza a objeto externo al ser humano; maniobra subterránea y crítica ante el extractivismo de las materias y saberes que habitan las profundidades de la tierra, de los seres que la nutren, con nosotrxs, animales humanxs, que hemos abusado de las fuerzas del agua, la luz del sol, el aire, la naturaleza mineral-vegetal-animal que SOMOS. [4]

El primer ejercicio colectivo consistió en enviar mensajes a un glaciar. Estos cuerpos hídricos nos invitaron a imaginar otras posibles historias y temporalidades planetarias. Un intento por corrernos de nuestra excepcionalidad humana desde el juego, la poesía, la luz y el sonido. Para ello nos inspiramos en la lectura colectiva de Pensar como un iceberg de Olivier Remaud. 

La segunda activación se germinó en la oscuridad durante nuestra última noche en territorio austral a bordo de la embarcación. La consigna disparadora fue: ¿cómo podemos sanar colectivamente nuestra espiritualidad planetaria? A partir de intercambios entre lxs compañerxs artistas navegantes, ejercicios de lectura y escritura colectiva, registros sonoros con diversas microfonías y dispositivos —como un sensor de muy bajas frecuencias, un hidrófono, un geófono y nuestras voces—, generamos un mensaje colectivo para transmitir al espacio en forma de un haz de luz.

[5]

Segunda transmisión: “Sueños para postergar el fin del mundo” [6]

La segunda transmisión de la EFT sucedió en el marco del VI Festival Latinoamericano de Artes y Tecnologías (2024) organizado por Toda la Teoría del Universo, edición Cosmogonías del Tecnoceno. La misma tuvo lugar bajo el cielo nocturno en el mirador del Parque Museo Pedro del Río Zañartu, en la ciudad de Concepción, Chile. 

Para la articulación de esta transmisión se inició con una lectura colectiva del texto La vida no es útil de Ailton Krenak, filósofo, líder indígena y una de las voces más reveladoras del pensamiento latinoamericano contemporáneo. Krenak sostiene que despertar del coma de la modernidad es despertar a la posibilidad de volver a sumergirse en el sentido cósmico de la vida. A través del proyecto occidental moderno, hemos masacrado la Tierra, la hemos “desgarrado”, la hemos arrasado, y con ella, a nosotrxs mismxs. Recuperar el sentido cósmico de la vida es recordar que “la vida se mueve a través de todo” —piedras, montañas, ríos, plantas, animales, insectos, antepasados— y que la vida es “atravesar el organismo vivo del planeta a escala inmaterial”. La vida no consiste en lo que somos capaces de planificar y organizar en un calendario, tampoco en trabajar lo suficiente para poder descansar, ni en convertirse en una persona realizada con una educación certificada y un gran salario. La vida, para Ailton, es sostener el tejido que conecta a los seres visibles e invisibles de este cosmos. 

A partir de este primer disparador colectivo, se invitó a lxs artistas Denise Alves-Rodrigues (BR), Elisa Balmaceda (CL), Susana Chau (CL) y Rodrigo Ríos Zunino (CL) a trabajar en equipxs con lxs participantes para crear colectivamente un mensaje para transmitir al espacio, dando como resultado un único mensaje que abrazaba las voces, anhelos y deseos de lxs presentes, junto a sonidos de otras especies (registrados por la artista sonora uruguaya Juanita Fernández) y sonidos del entorno.

Mandar al espacio en formas de luz nuestras voces colectivas, los sonidos que nos rodean de las aves, del mar, del viento y de nuestros territorios, nos invitó a sumergirnos en los linderos del espacio exterior. Sentipensarnos íntimamente y profundamente con la Tierra.

Tercera transmisión: gemelaridades cósmicas

Como actividad de cierre del Festival del PumPumyachkan en Perú, organizado por Asimtria.org, un mismo latir nos puso en vibración. A partir de una caminata al río Vilcanota desde nuestra sede de operaciones en Yanahuara, nos reunimos a escuchar nuestras voces junto al río para generar colectivamente un mensaje sonoro para poder retransmitirlo al espacio.  

Este río es una arteria vital para la región de Cusco. En la cosmovisión andina, los Apus (las montañas sagradas) y Achachilas (los ancestros) son considerados espíritus protectores de la tierra y las personas. El río Vilcanota, al fluir a través de estas montañas sagradas, se convierte en una conexión vital y cósmica entre los Apus y las comunidades humanas. Su fluir siembra de vida y memoria este valle sagrado que fue nuestro disparador para repensar entre todxs el significado de ser terranxs.

Bajo el cielo estrellado y guiadxs por la constelación de la Cruz del Sur nos reunimos en una misma invocación. Iniciamos con un lectura colectiva del capítulo titulado “Gemelaridad cósmica” del libro Metamorfosis de Emanuele Coccia. Nos ofreció una visión sobre la interconexión fundamental y la simbiosis que existe entre todos los seres vivos y el cosmos. Coccia explora la idea de que todos los elementos del universo están interrelacionados de manera íntima y profunda, reflejando una relación de "gemelos cósmicos" en la que cada entidad es una versión o manifestación de otras. 

El río Vilcanota fue un portal abierto para indagar posibles sentidos cósmicos de la gran trama de la vida. Un recordar, en palabras de Coccia: 

Solamente porque nacimos es que hay mundo y no un simple conjunto dispar de objetos. El nacimiento es un proceso doble, paralelo y simultáneo, compartido entre el yo y el mundo. No solo lo viviente nace: el mundo nace también, de modo diferente con la aparición de cada nuevo individuo. Todo nacimiento es gemelar: mundo y sujeto son gemelos heterocigotos, nacidos simultáneamente e incapaces de definirse el uno sin el otro. [7]

Tomarnos un momento para pensar en la materia despliega la posibilidad de nuevas políticas de la dimensión, donde esta performance entre los cuerpos humanos y más que humanos se enredan e hilvanan en complejas interescalaridades no jerarquizadas que van desde los órdenes de un helecho hasta un ciclo solar. Nuestros medios técnicos, por más digitales y etéreos que parezcan, siempre tienen un sustento material, desde nuestros dispositivos hasta sistemas comunicacionales, la minería de datos, herramientas de IA, entre otros. Todos estos soportes están constituidos por los mismos minerales que conforman la mayoría de las cosas en nuestro planeta, incluso nuestrxs propixs cuerpxs, aunque en distintas proporciones; es decir, todxs y todo alguna vez fuimos y seremos suelo.

Porque el futuro ya es hoy…

Hoy, el Antropoceno y su tecnósfera, que se expresa en los 30 billones de toneladas [8] de infraestructura antropogénica implantada sobre las esferas terrestres como un gran sistema mutante, transgénico y electromagnético, ejemplifican la cosmotécnica occidental moderna, donde el ser humano, a través de la tecnología, domina y moldea la naturaleza según sus necesidades y voluntades. Sin embargo, esta  lógica tecnológica universal, dominante y capitalista nos ha llevado a una crisis ecológica global, evidenciando su limitación mientras nos coloca en la urgencia de concebir nuevas cosmotécnicas que pongan en coalición los saberes modernos con los ancestrales. Tecnologías otras, que más allá de ser meras herramientas físicas, revelan la complejidad y sofisticación de otros sistemas de conocimiento. 

Es importante destacar que estos saberes no son meramente prácticas empíricas, sino sistemas bien desarrollados que integran aspectos espirituales, ancestrales, ambientales y comunitarios. Incluso esta visión cosmotécnica expandida nos invita a reconocer las propias tecnologías de la naturaleza, como la fotosíntesis de las plantas o el ciclo del carbono como mecanismo técnico y metabólico planetario.  

La idea del mundo, de la Tierra en su conjunto, asociada con el antiguo régimen cosmopolita de lo global, se confronta hoy a una nueva imagen cosmológica. Una planetología que intenta sentar bases para un cosmopolitismo [9] alternativo, donde lo planetario representa una Tierra tomada como un proceso impersonal (geoquímico, geológico y geofísico) y no como un objeto, o una escala, referido a una visión homogeneizante y dominante de lo “global”. Una realidad dinámica de plegamientos y  porosidades de complejos sistemas adaptativos (como es el ciclo hidrológico planetario, los metabolismos del carbono o nitrógeno, las cadenas alimentarias de los ecosistemas, etc.), en donde lo viviente y las cosas se difuminan en unx mismx gran cuerpx terrano. Entonces, retomando a Arturo Escobar, ¿cómo podemos diseñar un pluriverso, un mundo donde caben muchos mundos?

El futuro, como una brújula humana, rompe sus manecillas en la posibilidad de la pluriversalidad. En este sentido, las futurologías latinoamericanas y la especulación son muy necesarias para diseñar un centro neutral de ideas. No existe un futuro sin referencia explícita a los criterios de la globalidad y voluntad; por lo tanto, no estamos hablando de ciencia ficción. La prospectiva no contempla el futuro en una única prolongación del pasado, porque el futuro está abierto ante la vista de múltiples avatares, es decir, la combinación y equilibrio entre prever y actuar.

Qhip nayra uñtasis sarnaqapxañani es un aforismo aymara que la activista y socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui interpreta así: “mirando al futuro/pasado podemos caminar al presente/futuro”. Es decir, necesitamos estar de cara al pasado y con el porvenir en nuestra espalda como única guía para llegar al futuro. 

——

[1] Armando José Quijano Vodniza, “Las Pléyades y el calendario agrario y ritual de los incas”, en Revista Colombiana de Antropología, ISSN-e 0486-6525, vol. 59, n. 2 (2023).

[2] Christine A. Hastorf, “The actions and meanings of visible and hidden spaces at Formative Chiripa”, en Ñawpa Pacha vol. 37, n. 2 (2017), 133. Consultado en: https://doi.org/10.1080/00776297.2017.1390925.

[3] El término tecnoceno fue acuñado por la socióloga argentina Flavia Costa en su libro Tecnoceno: La dominación digital, sus consecuencias y la reacción posible. Según Costa, el tecnoceno es una nueva era en la que la tecnología se ha convertido en la principal fuerza que modela y domina nuestra sociedad, cultura y medio ambiente. La autora sostiene que vivimos en una era en la que la tecnología ha alcanzado un nivel de poder sin precedentes, y que ha transformado radicalmente nuestro mundo. Podemos hablar de un nuevo mundo, en términos de modernidad, de que nunca antes existió algo similar y sus efectos tienen una velocidad y escalas inigualables, por ejemplo, el cambio climático.

[4] Texto colaborativo tripulantes Radicante, 2023.

[5] Primera transmisión sonora en forma de luz al espacio. Videoregistro, cortesía de la artista, 2023, Chile. 

[6] Nota de lxs editorxs: La autora se basó en el libro ideias para adiar o fim do mundo del líder indigena Ailton Krenak publicado en julio del 2019 en Sao Paulo, Brasil, por el seño editorial Companhia das Letras.

[7] Emanuele Coccia, Metamorfosis: La fascinante continuidad de la vida (Madrid: Ediciones Siruela, 2019).

[8] Jan Zalasiewicz, “El peso insostenible de la tecnosfera”, en UNESCO (30 de marzo de 2018). Consultado en: https://www.unesco.org/es/articles/el-peso-insostenible-de-la-tecnosfera-0.

[9] La cosmopolítica es un concepto desarrollado principalmente por la filósofa belga Isabelle Stengers, que  se refiere a la idea de una política que incluye a más que solo los humanos en la toma de decisiones y en la  consideración de la vida en el planeta. Es una forma de pensar y actuar que reconoce la agencia y el valor  de los no-humanos (animales, plantas, entidades naturales, espíritus, etc.) en la configuración del mundo en el que vivimos. El término combina cosmos, que se refiere al orden o el conjunto del universo, y política, que se refiere al arte de gobernar o dirigir la vida social. En este sentido, la cosmopolítica sugiere que, para abordar adecuadamente los problemas complejos del mundo contemporáneo, especialmente en relación con las crisis ecológicas y climáticas, es necesario incluir en la conversación política a todos los actores, humanos y no humanos, que coexisten en la Tierra.

 

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La línea del tiempo de la historia de la humanidad se ha dibujado a través de nuestra curiosidad por observar el cosmos. Esta búsqueda por acercarnos al “orden" o “mundo" nos ha motivado a encontrar relaciones entre las estrellas, las galaxias, la materia, la energía y las leyes físicas que gobiernan todas estas entidades y sus diversas particularidades, desplegando imaginarios y cosmologías que nos aferran a otros sentidos y universos que se encuentran al borde y fuera de las fronteras terrestres.  

A medida que el universo se fue desplegando, emprendimos un viaje para descubrir una multitud de mundos evocadores, buscando respuestas sobre nuestro origen, la existencia de la vida y, sin lugar a dudas, nuestro lugar en el cosmos. En esta infinidad de gestos y relatos cósmicos, la era humana aparece como un breve destello en la historia del universo volviéndose urgente pensar sobre el futuro y la vida de nuestro planeta.  

Cosmotecnias ancestrales más que humanas

A lo largo de los tiempos hemos desarrollado distintas formas e instrumentos de observación. Las tecnologías y saberes ancestrales nos ofrecen un profundo conocimiento de las interacciones entre la humanidad y el cosmos, permitiendo no sólo prever eventos celestiales, sino también integrarlos en nuestra vida cotidiana y espiritual reflejando nuestros vínculos con el universo. Por ejemplo, el quipu (khipu), usado por las civilizaciones andinas, fue un​ instrumento y sistema de almacenamiento de información textil compuesto por cuerdas de lana o algodón de diversos colores que se iba anudando, funcionando como sistemas de registro de mapas estelares. [1]

El cúmulo de estrellas de las Pléyades (M45) fue conocido por lxs incas como Qollqa, que significa “depósito de alimentos” en quechua. El tiempo en que las Pléyades eran visibles en los cielos se relacionaba íntimamente con el ciclo agrícola anual, así como también anunciaba “el tiempo de peregrinación, ritual y baile por los caminos sagrados hacia y desde las altas montañas”. [2] Estos astros marcaban la preparación de la fiesta del Inti Raymi, para agradecer a la deidad solar suprema Inti por la buena cosecha.

Por otro lado, Yásnaya Elena Aguilar Gil, lingüista, escritora mexicana y activista de derechos lingüísticos, escribe que en la lengua mixe, del pueblo Mixe al que pertenece en la región de Oaxaca, no existe un término específico para “tecnología”. A toda especie de “fierro” o “cosas de minería” se le refiere como “pujxn” (pu’jxn) y puede incluir desde un celular obsoleto hasta un auto, engloba todo ese mundo sin importar su nivel de innovación o sofisticación. Esta forma menos específica de entender lo tecnológico nos permite reconocer también otras formas en las que interactúan las tecnologías con cosmovisiones específicas de cada cultura y sus comunidades.

Sin lugar a dudas, estas otras tecnologías y saberes enraizados en diferentes cosmovisiones del mundo nos enseñan a ver la tecnología no sólo como una herramienta, sino también como una extensión de nuestra relación con la naturaleza. La noción de cosmotécnica del autor y filósofo Yuk Hui nos ofrece una exploración crítica sobre la interrelación entre la tecnología y el cosmos. En su libro Cosmotechnics as Cosmopolitics: On the Making of the Planetary (2019), Hui examina cómo la  tecnología ha transformado nuestra relación con el mundo natural y el universo en sí mismo.

La cosmotécnica es un concepto que combina las palabras cosmos y técnica para referirse a la interrelación entre la tecnología y el cosmos, es decir, la influencia y el impacto de la tecnología en nuestra comprensión y relación con el universo y el mundo ambiente. El autor parte de la premisa de que la tecnología no sólo es un conjunto de herramientas y artefactos, sino que también es la configuración de nuestra comprensión del mundo y nuestra relación con él. Para ello, propone una perspectiva que va más allá de la mera instrumentalización de la tecnología, centrándose en su influencia a la hora de construir no sólo conocimiento sobre el mundo, sino nuestras definiciones, imaginarios y relaciones con él.

Es importante reconocer cómo y de qué manera nuestras tecnologías actuales están transformando nuestra comprensión del tiempo, el espacio, la naturaleza y la realidad en sí misma. En tanto esto, la cosmotécnica es la interacción arraigada entre las tecnologías específicas y los cosmogramas (cosmologías). Así pues, las tecnologías no son entidades independientes o neutrales, sino que se encuentran profundamente arraigadas en los sentipensares específicos de las culturas y sociedades que las producen. Cada cosmotécnica es una integración de lo técnico y lo cosmogónico, lo que propone y desafía la noción occidental de la tecnología como algo universal.

Pensar nuestra historia técnica, desde una lanza lítica hasta un smartphone, significa abrir una narrativa sobre lxs cuerpxs y materias en performatividad. Es pensar en la historia de los suelos, los cielos y los ríos. En los recursos hídricos, atmosféricos, geológicos, energéticos, humanos y más que humanos que las generan. Una apertura a la agencialidad de la materia técnica y su actancia dentro de nuestras sociedades. 

Un laboratorio geocósmico cultural

Si bien la exploración espacial despierta nuestra imaginación radical, nos enfrentamos aún a la herencia de un relato que extiende la tecnología nuevamente como una herramienta de conquista y dominio. En este sentido, tomando las ideas de Benjamin Bratton, es un momento en el que se vuelve urgente mirar hacia el cosmos no como una extensión de la colonización de otros planetas, sino más bien para devolver la mirada y nuestras tecnologías hacia una nueva "terraformación de la Tierra", volverla habitable nuevamente para la vida. La crisis climática actual sentó sus bases en nuestras formas culturales y, por tanto, estamos también frente a una crisis de nuestra imaginación.  

La Tierra está bajo amenaza por constantes violencias tanto sistémicas, como epistémicas, donde el Tecnoceno [3] se instaura de frente a una crisis ecosocial global. Es en este epicentro, en tensión con nuestra creatividad e imaginación cosmológica, que surge el proyecto personal de la Estación de Frecuencias Transplanetarias (EFT): un laboratorio geocósmico cultural nutrido por la imaginación radical, el pensamiento especulativo, los saberes y sentires ecológicos y ancestrales, donde la experimentación con diversas cosmotecnias nos invita a reflexionar sobre nuestra comunalidad y espiritualidad planetaria en estos tiempos de una Tierra en conflicto. ¿Es posible que desde nuestras relaciones con los astros podamos reafirmar nuestra espiritualidad y unidad planetaria? ¿Qué significa ser terrano en una era de un mundo herido?

Desde 2023, la EFT ha llevado a cabo una serie de inmersiones comunitarias y colectivas en Chile, Argentina, Colombia y Perú, tomando formas de diálogos indisciplinados, colaboraciones con otrxs artistas, experimentación sonora, performances sonoras participativas, inmersiones bioterritoriales, ejercicios de escucha profunda y lectura colectiva, activaciones radiales, y la construcción y experimentación de tecnologías abiertas para la comunicación interestelar. Reconocernos parte del relato cósmico es también parte de nuestra comunalidad cósmica y planetaria.

Primera transmisión: todxs somos líquenes

En el marco del programa de residencias artísticas Radicante, organizado por el espacio cultural austral LiquenLab en Punta Arenas, Chile, lxs residentes acompañadxs por miembros del equipo y la tripulación de la embarcación “El Huracán” realizamos una navegación de cinco días por el Estrecho de Magallanes. Durante esta navegación llevamos a cabo una serie de ejercicios experimentales, futurológicos, especulativos y artísticos-poéticos que atendían a los mecanismos de asociación de lo no humanx con sus respectivos entornos, tomando como referencia los cuerpos milenarios de hielo de los glaciares del Parque Natural Alberto de Agostini y el paisaje inhóspito austral.

Lo que prevaleció no fue la concreción de una obra de arte, sino la práctica de formas transdisciplinarias y colaborativas de producción pensando la tecnología como una membrana sensible para carazonarnos-tierra:

[…] una confabulación ante la urgencia de pensar en tonalidad telúrica y no en tonalidad metafísica; conspiración radical ante una forma institucional, global y mercantil de pensar lo ambiental como recurso; conjuro poético-político, ante la reducción de la naturaleza a objeto externo al ser humano; maniobra subterránea y crítica ante el extractivismo de las materias y saberes que habitan las profundidades de la tierra, de los seres que la nutren, con nosotrxs, animales humanxs, que hemos abusado de las fuerzas del agua, la luz del sol, el aire, la naturaleza mineral-vegetal-animal que SOMOS. [4]

El primer ejercicio colectivo consistió en enviar mensajes a un glaciar. Estos cuerpos hídricos nos invitaron a imaginar otras posibles historias y temporalidades planetarias. Un intento por corrernos de nuestra excepcionalidad humana desde el juego, la poesía, la luz y el sonido. Para ello nos inspiramos en la lectura colectiva de Pensar como un iceberg de Olivier Remaud. 

La segunda activación se germinó en la oscuridad durante nuestra última noche en territorio austral a bordo de la embarcación. La consigna disparadora fue: ¿cómo podemos sanar colectivamente nuestra espiritualidad planetaria? A partir de intercambios entre lxs compañerxs artistas navegantes, ejercicios de lectura y escritura colectiva, registros sonoros con diversas microfonías y dispositivos —como un sensor de muy bajas frecuencias, un hidrófono, un geófono y nuestras voces—, generamos un mensaje colectivo para transmitir al espacio en forma de un haz de luz.

[5]

Segunda transmisión: “Sueños para postergar el fin del mundo” [6]

La segunda transmisión de la EFT sucedió en el marco del VI Festival Latinoamericano de Artes y Tecnologías (2024) organizado por Toda la Teoría del Universo, edición Cosmogonías del Tecnoceno. La misma tuvo lugar bajo el cielo nocturno en el mirador del Parque Museo Pedro del Río Zañartu, en la ciudad de Concepción, Chile. 

Para la articulación de esta transmisión se inició con una lectura colectiva del texto La vida no es útil de Ailton Krenak, filósofo, líder indígena y una de las voces más reveladoras del pensamiento latinoamericano contemporáneo. Krenak sostiene que despertar del coma de la modernidad es despertar a la posibilidad de volver a sumergirse en el sentido cósmico de la vida. A través del proyecto occidental moderno, hemos masacrado la Tierra, la hemos “desgarrado”, la hemos arrasado, y con ella, a nosotrxs mismxs. Recuperar el sentido cósmico de la vida es recordar que “la vida se mueve a través de todo” —piedras, montañas, ríos, plantas, animales, insectos, antepasados— y que la vida es “atravesar el organismo vivo del planeta a escala inmaterial”. La vida no consiste en lo que somos capaces de planificar y organizar en un calendario, tampoco en trabajar lo suficiente para poder descansar, ni en convertirse en una persona realizada con una educación certificada y un gran salario. La vida, para Ailton, es sostener el tejido que conecta a los seres visibles e invisibles de este cosmos. 

A partir de este primer disparador colectivo, se invitó a lxs artistas Denise Alves-Rodrigues (BR), Elisa Balmaceda (CL), Susana Chau (CL) y Rodrigo Ríos Zunino (CL) a trabajar en equipxs con lxs participantes para crear colectivamente un mensaje para transmitir al espacio, dando como resultado un único mensaje que abrazaba las voces, anhelos y deseos de lxs presentes, junto a sonidos de otras especies (registrados por la artista sonora uruguaya Juanita Fernández) y sonidos del entorno.

Mandar al espacio en formas de luz nuestras voces colectivas, los sonidos que nos rodean de las aves, del mar, del viento y de nuestros territorios, nos invitó a sumergirnos en los linderos del espacio exterior. Sentipensarnos íntimamente y profundamente con la Tierra.

Tercera transmisión: gemelaridades cósmicas

Como actividad de cierre del Festival del PumPumyachkan en Perú, organizado por Asimtria.org, un mismo latir nos puso en vibración. A partir de una caminata al río Vilcanota desde nuestra sede de operaciones en Yanahuara, nos reunimos a escuchar nuestras voces junto al río para generar colectivamente un mensaje sonoro para poder retransmitirlo al espacio.  

Este río es una arteria vital para la región de Cusco. En la cosmovisión andina, los Apus (las montañas sagradas) y Achachilas (los ancestros) son considerados espíritus protectores de la tierra y las personas. El río Vilcanota, al fluir a través de estas montañas sagradas, se convierte en una conexión vital y cósmica entre los Apus y las comunidades humanas. Su fluir siembra de vida y memoria este valle sagrado que fue nuestro disparador para repensar entre todxs el significado de ser terranxs.

Bajo el cielo estrellado y guiadxs por la constelación de la Cruz del Sur nos reunimos en una misma invocación. Iniciamos con un lectura colectiva del capítulo titulado “Gemelaridad cósmica” del libro Metamorfosis de Emanuele Coccia. Nos ofreció una visión sobre la interconexión fundamental y la simbiosis que existe entre todos los seres vivos y el cosmos. Coccia explora la idea de que todos los elementos del universo están interrelacionados de manera íntima y profunda, reflejando una relación de "gemelos cósmicos" en la que cada entidad es una versión o manifestación de otras. 

El río Vilcanota fue un portal abierto para indagar posibles sentidos cósmicos de la gran trama de la vida. Un recordar, en palabras de Coccia: 

Solamente porque nacimos es que hay mundo y no un simple conjunto dispar de objetos. El nacimiento es un proceso doble, paralelo y simultáneo, compartido entre el yo y el mundo. No solo lo viviente nace: el mundo nace también, de modo diferente con la aparición de cada nuevo individuo. Todo nacimiento es gemelar: mundo y sujeto son gemelos heterocigotos, nacidos simultáneamente e incapaces de definirse el uno sin el otro. [7]

Tomarnos un momento para pensar en la materia despliega la posibilidad de nuevas políticas de la dimensión, donde esta performance entre los cuerpos humanos y más que humanos se enredan e hilvanan en complejas interescalaridades no jerarquizadas que van desde los órdenes de un helecho hasta un ciclo solar. Nuestros medios técnicos, por más digitales y etéreos que parezcan, siempre tienen un sustento material, desde nuestros dispositivos hasta sistemas comunicacionales, la minería de datos, herramientas de IA, entre otros. Todos estos soportes están constituidos por los mismos minerales que conforman la mayoría de las cosas en nuestro planeta, incluso nuestrxs propixs cuerpxs, aunque en distintas proporciones; es decir, todxs y todo alguna vez fuimos y seremos suelo.

Porque el futuro ya es hoy…

Hoy, el Antropoceno y su tecnósfera, que se expresa en los 30 billones de toneladas [8] de infraestructura antropogénica implantada sobre las esferas terrestres como un gran sistema mutante, transgénico y electromagnético, ejemplifican la cosmotécnica occidental moderna, donde el ser humano, a través de la tecnología, domina y moldea la naturaleza según sus necesidades y voluntades. Sin embargo, esta  lógica tecnológica universal, dominante y capitalista nos ha llevado a una crisis ecológica global, evidenciando su limitación mientras nos coloca en la urgencia de concebir nuevas cosmotécnicas que pongan en coalición los saberes modernos con los ancestrales. Tecnologías otras, que más allá de ser meras herramientas físicas, revelan la complejidad y sofisticación de otros sistemas de conocimiento. 

Es importante destacar que estos saberes no son meramente prácticas empíricas, sino sistemas bien desarrollados que integran aspectos espirituales, ancestrales, ambientales y comunitarios. Incluso esta visión cosmotécnica expandida nos invita a reconocer las propias tecnologías de la naturaleza, como la fotosíntesis de las plantas o el ciclo del carbono como mecanismo técnico y metabólico planetario.  

La idea del mundo, de la Tierra en su conjunto, asociada con el antiguo régimen cosmopolita de lo global, se confronta hoy a una nueva imagen cosmológica. Una planetología que intenta sentar bases para un cosmopolitismo [9] alternativo, donde lo planetario representa una Tierra tomada como un proceso impersonal (geoquímico, geológico y geofísico) y no como un objeto, o una escala, referido a una visión homogeneizante y dominante de lo “global”. Una realidad dinámica de plegamientos y  porosidades de complejos sistemas adaptativos (como es el ciclo hidrológico planetario, los metabolismos del carbono o nitrógeno, las cadenas alimentarias de los ecosistemas, etc.), en donde lo viviente y las cosas se difuminan en unx mismx gran cuerpx terrano. Entonces, retomando a Arturo Escobar, ¿cómo podemos diseñar un pluriverso, un mundo donde caben muchos mundos?

El futuro, como una brújula humana, rompe sus manecillas en la posibilidad de la pluriversalidad. En este sentido, las futurologías latinoamericanas y la especulación son muy necesarias para diseñar un centro neutral de ideas. No existe un futuro sin referencia explícita a los criterios de la globalidad y voluntad; por lo tanto, no estamos hablando de ciencia ficción. La prospectiva no contempla el futuro en una única prolongación del pasado, porque el futuro está abierto ante la vista de múltiples avatares, es decir, la combinación y equilibrio entre prever y actuar.

Qhip nayra uñtasis sarnaqapxañani es un aforismo aymara que la activista y socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui interpreta así: “mirando al futuro/pasado podemos caminar al presente/futuro”. Es decir, necesitamos estar de cara al pasado y con el porvenir en nuestra espalda como única guía para llegar al futuro. 

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[1] Armando José Quijano Vodniza, “Las Pléyades y el calendario agrario y ritual de los incas”, en Revista Colombiana de Antropología, ISSN-e 0486-6525, vol. 59, n. 2 (2023).

[2] Christine A. Hastorf, “The actions and meanings of visible and hidden spaces at Formative Chiripa”, en Ñawpa Pacha vol. 37, n. 2 (2017), 133. Consultado en: https://doi.org/10.1080/00776297.2017.1390925.

[3] El término tecnoceno fue acuñado por la socióloga argentina Flavia Costa en su libro Tecnoceno: La dominación digital, sus consecuencias y la reacción posible. Según Costa, el tecnoceno es una nueva era en la que la tecnología se ha convertido en la principal fuerza que modela y domina nuestra sociedad, cultura y medio ambiente. La autora sostiene que vivimos en una era en la que la tecnología ha alcanzado un nivel de poder sin precedentes, y que ha transformado radicalmente nuestro mundo. Podemos hablar de un nuevo mundo, en términos de modernidad, de que nunca antes existió algo similar y sus efectos tienen una velocidad y escalas inigualables, por ejemplo, el cambio climático.

[4] Texto colaborativo tripulantes Radicante, 2023.

[5] Primera transmisión sonora en forma de luz al espacio. Videoregistro, cortesía de la artista, 2023, Chile. 

[6] Nota de lxs editorxs: La autora se basó en el libro ideias para adiar o fim do mundo del líder indigena Ailton Krenak publicado en julio del 2019 en Sao Paulo, Brasil, por el seño editorial Companhia das Letras.

[7] Emanuele Coccia, Metamorfosis: La fascinante continuidad de la vida (Madrid: Ediciones Siruela, 2019).

[8] Jan Zalasiewicz, “El peso insostenible de la tecnosfera”, en UNESCO (30 de marzo de 2018). Consultado en: https://www.unesco.org/es/articles/el-peso-insostenible-de-la-tecnosfera-0.

[9] La cosmopolítica es un concepto desarrollado principalmente por la filósofa belga Isabelle Stengers, que  se refiere a la idea de una política que incluye a más que solo los humanos en la toma de decisiones y en la  consideración de la vida en el planeta. Es una forma de pensar y actuar que reconoce la agencia y el valor  de los no-humanos (animales, plantas, entidades naturales, espíritus, etc.) en la configuración del mundo en el que vivimos. El término combina cosmos, que se refiere al orden o el conjunto del universo, y política, que se refiere al arte de gobernar o dirigir la vida social. En este sentido, la cosmopolítica sugiere que, para abordar adecuadamente los problemas complejos del mundo contemporáneo, especialmente en relación con las crisis ecológicas y climáticas, es necesario incluir en la conversación política a todos los actores, humanos y no humanos, que coexisten en la Tierra.